
El Pozo: Rituales Satánicos Reseña: Tripas, chamucos y gelatina sangrienta
Hoy en Saliendo de la Peli salimos con las tripas de fuera (casi literal) porque fuimos a ver una película de terror que más bien es gore con un toque satánico, un pozo misterioso, y unos efectos prácticos que te hacen decir: «¿eso era un brazo o una gelatina de fresa con hueso?»
La película se llama El Pozo: Rituales Satánicos, aunque lo de “rituales” es debatible. O sea, sí hay chamucos y hay yuyu, pero tampoco se esperen un aquelarre como los de Hereditary. Aquí el ritual más fuerte fue restaurar un cuadro con espíritu maligno… lo cual, pensándolo bien, suena igual de peligroso.
¿De qué trata?
Nuestra protagonista, Lisa, llega en autobús a un pueblito remoto de Italia llamado Sanuchi. Va porque es restauradora y la contrataron para limpiar un cuadro en una mansión tipo “palazzo”. Hasta ahí todo muy Eat Pray Love, pero el cuadro está completamente negro. Literal. Y conforme Lisa lo va restaurando, comienzan las cosas raras:
- Visiones.
- Criaturas raras.
- Gente desapareciendo.
- Gritos en la noche.
- Un pozo con hambre de carne humana.
Lisa llegó con tres jóvenes gringos que también hablaban inglés y estaban muy felices de estar en Italia. Spoiler no spoiler: desaparecen. Alguien los secuestra y los lleva al dichoso pozo, donde hay una criatura sobrenatural que los devora uno a uno después de unas torturas bastante explícitas (y pegajosas).
¿Y qué tal está?
Pues… tiene su encanto.
El terror es más visual que psicológico. Lo mejor es el gore noventero: gelatinoso, viscoso, exagerado, con muchos ojos, vísceras que parecen dulce de tamarindo y momentos que sí te hacen fruncir el ceño. El diseño de la criatura es bastante decente y hay que aplaudirle al equipo de efectos prácticos por esforzarse.
Eso sí, la trama es medio floja en varios tramos. Hay momentos altos de tensión y otros donde parece que nada avanza. El trasfondo del cuadro maldito y la supuesta “puberta loca” que lo pintó se queda algo corto. A veces se siente que la película no se decide entre ser seria o ser serie B.
Pero Lisa, la protagonista, brilla. Es guapa, tiene presencia, y su conflicto interno (¿me quedo por el legado familiar o huyo para sobrevivir?) sí logra generar cierta empatía.
¿Vale la pena verla?
Si eres fan del terror gore, las criaturas viscosas y el cine de medianoche con estética de VHS polvoso, sí.
Si buscas una peli profunda sobre rituales, satanismo o folklore italiano… no es por ahí.
¿Y la calificación?
Le damos un 7 de 10.
No es una obra maestra, pero tiene lo suyo. Te entretiene, te asquea en el buen sentido, y tiene ese vibe de peli rara que pondrías en una pijamada de Halloween con tus compas.

