El diseño que se escucha con la esencia visual de Margules
En el universo del audio de alta fidelidad, pocas marcas han logrado crear un lenguaje visual tan coherente y emocional como Margules. Sus equipos se han convertido en objetos que trascienden la función para convertirse en piezas que dialogan con el espacio, con el oído y con el tiempo. Detrás de cada línea, cada madera y cada bocina se encuentra una filosofía de diseño que busca traducir lo que se escucha en algo que también pueda sentirse con la vista y con las manos. Es una estética cálida, armoniosa, que refleja la experiencia sonora que caracteriza a la marca, estableciendo un puente entre el mundo tangible y el intangible.
La intención es generar una experiencia acogedora que conviva naturalmente con el hogar, con los muebles de madera, con los objetos que ya forman parte de la vida cotidiana. Los equipos no buscan imponerse ni saturar el entorno; su presencia discreta, lejos de la voluptuosidad visual de otras marcas, responde a un compromiso con la atemporalidad. Son piezas pensadas para acompañar a quienes las adquieren durante décadas, lo suficiente para convertirse en herencia. Esta permanencia estética, capaz de mantener su encanto con el paso de los años, es uno de los pilares que guía cada proceso creativo dentro de Margules.
La belleza de cada objeto surge de una colaboración estrecha entre los diseñadores y los ingenieros, quienes trabajan en conjunto para que la precisión tecnológica se convierta también en belleza. Los requisitos técnicos dictan dimensiones, litraje, distancias y estructuras internas que deben respetarse para mantener el nivel de fidelidad sonora. A partir de estas condiciones, el equipo de diseño construye un lenguaje visual propio, apoyado en la proporción áurea para lograr equilibrio, armonía y una sensación de orden que resulta naturalmente atractiva. En este encuentro entre ciencia y sensibilidad se define la identidad de Margules.
El objetivo final siempre es provocar algo en quien interactúa con el equipo: una sensación de pertenencia, de intimidad, de emoción. Encender un amplificador o colocar un vinilo en casa se convierte en una experiencia que recuerda la calidez de un concierto, pero bajo el resguardo del espacio personal. El usuario, sin darse cuenta, contempla el objeto tanto como escucha la música; la estética es una extensión del sentimiento que produce el sonido.
La unicidad de cada diseño se construye a través de un proceso meticuloso que inicia en el bocetaje y evoluciona hasta llegar al prototipo físico. Aunque se trabaja con una identidad visual definida, cada nuevo proyecto exige una búsqueda creativa que incluya pruebas con materiales, ajustes de alturas, variaciones en el cuerpo y encuentros constantes entre diseño e ingeniería. Son procesos lentos, cuidadosos, que en ocasiones pueden tomar años, como ocurrió con las líneas más emblemáticas de la marca. Nada se apresura, porque cada milímetro influye tanto en la funcionalidad como en la belleza final.

La selección de materiales es otro elemento esencial en esta filosofía. La madera certificada, trabajada a mano, es uno de los sellos característicos de Margules y una declaración clara sobre durabilidad y calidez. A ello se suman materiales innovadores como el Fénix, también moldeados artesanalmente. Aunque ciertos componentes electrónicos son necesariamente industriales, la marca mantiene una política de actualización que permite que los usuarios lleven sus equipos de regreso al taller para renovar la tecnología interna sin alterar el diseño exterior. Esto hace que piezas con más de treinta años sigan funcionando, manteniendo intacta su apariencia original y fortaleciendo el apego emocional de sus dueños.
El diseño de Margules también enfrenta sus propios retos. La precisión extrema que requiere un equipo de alta fidelidad no siempre es compatible con materiales que, aunque visualmente atractivos, no ofrecen la estabilidad necesaria. La piedra volcánica, por ejemplo, puede ser perfecta como acento estético, pero no para soportar la estructura de un chasis. Estas decisiones requieren un equilibrio constante entre innovación, resistencia y autenticidad. La marca busca siempre elementos que no existan ya en el mercado y que permitan reconocer un Margules desde la distancia, pero sin sacrificar desempeño ni la esencia que la distingue.
Mirando hacia adelante, la evolución del diseño en Margules continúa moviéndose con libertad creativa. La marca explora nuevos territorios, como el desarrollo de audífonos, a la vez que revisita piezas ya existentes para mejorarlas cuando la tecnología lo permite. El espíritu innovador se mantiene despierto, alimentado por la misma intención que dio origen a sus primeras líneas: crear objetos que se integren al hogar, perduren en el tiempo y ofrezcan una experiencia sensorial completa.
Margules sigue construyendo un legado donde diseño y sonido no son dos disciplinas separadas, sino un mismo lenguaje. Cada equipo conserva la calidez, la armonía y la presencia tranquila que han definido a la marca por décadas, invitando a sus usuarios a habitar un espacio donde la música no solo se escucha, sino que también se observa, se contempla y se siente.



