Reseñas

Autos, Mota y Rocanrol – La Comedia Caótica de Avándaro – reseña

Autos, Mota y Rocanrol no es un documental sobre el Festival de Avándaro de 1971, sino una sátira mordaz contada a través del formato de falso documental. La película aborda la trastienda de este hito de la contracultura mexicana desde la óptica de sus inexpertos organizadores, dos figuras de la élite que buscan capitalizar (uno las carreras de autos, otro la publicidad) sin dimensionar la olla a presión social que estaban a punto de destapar.

​La genialidad del filme reside en su capacidad para mezclar metraje de archivo genuino con la ficción, creando una narrativa que se siente auténtica y descontrolada a la vez. El director, J.M. Cravioto, utiliza este caos como metáfora de la época: una juventud buscando desesperadamente una válvula de escape, enfrentada a un Estado represivo e ineficiente.

Los Aciertos: El Valor de la Irreverencia

  1. El Lenguaje del Falso Documental (El Mayor Logro): El formato es la columna vertebral de la cinta. Permite un tono lúdico e irreverente que desmitifica el evento, presentándolo no como un plan maestro, sino como una sucesión de errores y coincidencias hilarantes. Este enfoque le confiere una voz propia, diferenciándola de cualquier crónica histórica solemne. El ritmo es frenético, y la edición (que salta entre «testimonios» y «recreaciones») mantiene la energía del rock que celebra.
  2. Dirección Artística y Tono: Hay un esfuerzo notable en la ambientación. La fotografía evoca el grano y el color de la época, logrando una inmersión visual creíble. El humor es negro y bien colocado, funcionando como un vehículo para criticar la doble moral de la sociedad de los 70 y la ineptitud burocrática. El filme logra ser una comedia de desastres entretenida y bien construida.
  3. La Quimera Contracultural: Más allá de las carreras y la fiesta, la cinta consigue evocar el espíritu genuino de esa generación. Muestra cómo la música, el arte y el desorden juvenil se convierten en un acto de resistencia, desafiando a un gobierno que aún tenía fresca la memoria de Tlatelolco y temía cualquier concentración masiva.

Los Puntos Débiles: El Encuadre Privilegiado

  1. La Perspectiva Limitada (Crítica Histórica): El principal reparo es su enfoque excesivamente centrado en las figuras de los organizadores (los «juniors» que accidentalmente crearon un ícono). Al dedicar gran parte de la trama a sus enredos de negocios y rivalidades, la película sacrifica una exploración más profunda de la base social del fenómeno Avándaro: las miles de personas que viajaron, la música en sí misma, o las verdaderas consecuencias políticas para el rock nacional. Es un encuadre que, si bien es cómico, resulta limitado.
  2. Inconsistencias Narrativas y de Slang: En su afán por la comedia y el ritmo, hay momentos donde la precisión histórica y la verosimilitud se diluyen. Ciertas licencias creativas y el uso de un slang demasiado contemporáneo por parte del elenco restan credibilidad al «documental», rompiendo momentáneamente la inmersión lograda por la dirección de arte.

Veredicto Final

Autos, Mota y Rocanrol es un sólido ejercicio de cine que utiliza el humor y el formato poco explotado del falso documental para revisitar un capítulo crucial de la historia cultural de México. No aspira a ser la verdad absoluta de Avándaro, sino una interpretación irreverente de su gestación, una «versión de los ganadores» que, a pesar de sus flaquezas históricas, es innegablemente entretenida.

​Es una película necesaria porque nos recuerda que la memoria colectiva y la contracultura siempre hallarán una forma de renacer, incluso cuando son accidentalmente orquestadas. Recomendada para quienes aprecian el cine nacional con ambición de estilo y un sentido del humor afilado.

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