2026: cobrar será cuestión de infraestructura, no de esfuerzo
Las empresas cierran sus balances de 2025 y proyectan sus flujos para los primeros meses de 2026. Muchas aún enfrentan un reto que parece menor en el papel, pero que en la práctica drena tiempo, capital y energía operativa: cobrar. Procesos fragmentados, intermediarios innecesarios, comisiones altas y tiempos de liquidación imprevisibles convierten algo que debería ser automático en una fuga constante de control financiero.
En pleno cierre de año, donde cada peso cuenta y cada día de retraso impacta el flujo, millones de compañías siguen realizando conciliaciones manuales, perdiendo visibilidad sobre sus recursos y asumiendo costos que ya no son sostenibles en un entorno de alta competencia.
“El modelo tradicional de pagos con tarjeta ya alcanzó su límite. Las comisiones se mantienen entre 3% y 5%, la infraestructura exige múltiples actores para completar una transacción y las empresas carecen de visibilidad sobre el momento en que recibirán sus recursos. Ese vacío impacta de forma directa en su rentabilidad”, explica Simón Pinilla, cofundador de DRUO.
Con esto en mente, el cobro directo y domiciliado a cuentas de débito aparece no solo como una alternativa tecnológica, sino como una decisión estratégica de cara al próximo año: reduce costos, elimina fricciones y devuelve a las empresas el control sobre su flujo de efectivo.
Red que conecta sin fricciones
DRUO, es una fintech que conecta a más de 10 000 instituciones financieras en más de 4 países mediante una sola API. Las empresas pueden acceder a esta red sin integraciones aisladas y sin requerir desarrollos técnicos adicionales.
La diferencia frente al modelo tradicional de cobro es que una empresa que procesa $10 millones al año puede reducir sus costos de procesamiento de $400,000 a $50,000. Esto se traduce en márgenes sanos y mayor capacidad de inversión.
Según el Banco de México, el sistema de pagos electrónicos procesó más de 5,342 millones de transferencias en 2024, con un valor superior a $578 billones de pesos. “Este volumen demuestra una infraestructura sólida y en expansión. La adopción digital avanza con rapidez y crea el escenario ideal para una transición hacia pagos directos”, agrega Pinilla.
Del pago manual a un sistema sólido
Las compañías que adopten esta infraestructura en etapas tempranas construirán ventajas claras frente a su competencia. “La pregunta ya no será si este modelo funciona, sino cuánto tiempo tardan las empresas en implementarlo. El cobro dejó de ser un tema operativo; hoy es una decisión de arquitectura financiera”, concluye Pinilla.


